Ecuador: entre sub-empleo y empleo no pleno.

Por: Iaco P. Romoleroux

Cada día es más común encontrarnos con decenas de vendedores de frutas y bebidas energéticas especialmente en los semáforos esperando ofrecer sus productos a los conductores mientras soportan niveles de contaminación inhumanos, un sol calcinante, lluvias torrenciales, etc. También con comerciantes ambulantes que se suben al transporte público y hacen fila esperando que sus colegas acaben de ofrecer sus productos para con suerte ganar unos cuantos centavos en cada unidad. Esto, mientras nuestros políticos se llenan los bolsillos a diestra y siniestra, muchas veces sin hacer nada, lo que para Rosita (vendedora de frutas y verduras) es un verdadero robo.

El ecuador es un país que se ha desarrollado por medio de diversos procesos extractivistas, condenándolo a una condición de país primario exportador (exportador de materias primas) haciéndolo dependiente exclusivamente a los precios y al mercado internacional. Es por eso, sumado a la imposibilidad de imprimir su propio dinero, y a los altísimos niveles de corrupción que se destapan en cada cambio de mandatarios, hacen que las crisis económicas pasen casi directamente a los ciudadanos, es decir, afectando su calidad de vida. ¿Cómo hacen los gobiernos para ocultar estas situaciones a pesar de que el malestar el generalizado?

Para realizar un sondeo y precisar en términos generales cuál es la situación económica y social de un país se suele recurrir a tres indicadores: a) PIB (producto interno bruto), b) Inflación (aumento de precios, especialmente los relacionados con las canastas familiares básicas), y c) Población Económicamente Activa (cantidad de personas en edad de trabajar que se encuentra en situación laboral). Estos indicadores deben provenir de fuentes oficiales, las mismas que se apoyan en distintas herramientas y metodologías de obtención de información.

De esta manera se puede obtener un panorama bastante general, pero a escala global, es decir, en términos de la economía macro de cada país. Así se puede medir cuánto se está generando dentro de la economía interna y cómo se relaciona con los mercados internacionales, afectando los precios.  Pero lo que no se valora es el impacto negativo que existe en las distintas poblaciones, especialmente cuando hablamos de empleo y las distintas condiciones en las que se puede presentar este.

En el caso del ecuador, la institución encargada de realizar encuestas y levantamiento de información es el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. A primera vista esta fuente proporciona una aparente realidad sin alteraciones, pero si ponemos los pies en la tierra podremos comprobar que las cosas difieren radicalmente. Es decir que el resultado publicado por esta institución muestra panoramas bastante prometedores, cuando en la vida cotidiana la realidad se complica día tras día.

Para ejemplificar esta situación se tomará la información de la ENEMDU (Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo) creada en 1987, y el indicador Población Económicamente Activa (C) debido a que en los últimos años se ha visto afectado y precarizado de varias maneras, a pesar de que los resultados aparentemente indican una gran población trabajadora y productiva.

En las tablas presentadas por la ENEMDU (marzo 2019) se indica que, de los aproximadamente 17 288 789 habitantes del ecuador, cerca de 12 272 857 personas se encuentran dentro de la categoría Población en Edad de Trabajar (PET), es decir, que tienen 15 años en adelante. De esta población, 8 162 787 son aquellos quienes están Económicamente Activos (que, aunque no sea regular, trabajan de vez en cuando o buscan hacerlo) y de ellos, más del 95% son personas con empleo, es decir, aproximadamente 7 754 647. Estas cifras, especialmente las relacionadas a personas con empleo pueden parecer prometedoras, pero entonces por qué es cada vez más común ver gente trabajando en condiciones de informalidad, sin las garantías de ley.

Es necesario mirar detenidamente el indicador Personas empleadas o Con empleo para entender la jugada del gobierno para disimular un contexto donde el trabajo formal cada vez se vuelve más escaso.  debido a que dentro de esta categoría se encuentran las condiciones de Empleo Pleno (que aspiran a ganar por lo menos el sueldo básico o mínimo para sobrevivir), Subempleo (personas que ganan menos del salario mínimo o trabajan menos de 40 horas a la semana y quieren trabajar más), Empleo No Remunerado (ayudantes o aprendices que apresar de realizar una actividad no reciben ningún sueldo) y Empleo no Pleno (quienes trabajan menos de 40 horas a la semana, ganan menos del salario mínimo, y no quieren trabajar más)

Esto se ilustra en nuestra vida cotidiana, donde las personas tienen que ingeniárselas para poder sobrevivir y es por ello que recurren a los negocios informales o a las ventas callejeras y especialmente en el transporte público de una variedad de productos asombrosa, pasando desde las golosinas hasta los cosméticos, pasando por tecnología, teatro, música y artes de magia. Estas actividades laborales, a pesar de que no cumplen con las garantías para los trabajadores y muchas veces permiten solo sobrevivir, a ojos del INEC se deben considerar como trabajo y a aquellas personas como trabajadoras, haciendo quedar bien al país, pero olvidándose de las condiciones de vida de los habitantes.

Si a esta condición le sumamos que, según la misma ENENMUD, desde el 2018 hasta el 2019, a pesar del aumento en cerca de 350 000 personas que pasaron a engrosar las filas de la Población en Edad de Trabajar, la mayoría pasó al estado de trabajo informal, o subempleo, empleo no pleno, como quiera llamársele. Y lo más preocupante es la disminución de la población en condiciones de empleo pleno, y el aumento brutal de la población económicamente inactiva, es decir, quienes a pesar de tener 15 años o más no tienen trabajo, y no buscan obtenerlo.

Para Pablo Iturralde, economista de la U. Católica, esto lo que ocasiona es una precarización de las condiciones laborales para los trabajadores, reducción de sus derechos, y sobre todo de su estabilidad. El riesgo de este tipo de condiciones es que la producción y el consumo interno caen abismalmente, para lo cual los gobiernos recurren a la estrategia de los préstamos internaciones y tratados bilaterales, que en muchos de los casos tienen más impactos negativos sobre los trabajadores, los agricultores y la población en general.

El caso más actual de este tipo de condiciones es el tratado (préstamo) que firmó el actual gobierno ecuatoriano con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en donde se establecen condiciones para que se pueda desembolsar ese dinero. Condiciones que condenan a los trabajadores a convertirse en fichas reemplazables debido a las posibles flexibilizaciones para la contratación y el despido intempestivo, así como la reducción de sus derechos y el corte de plazas de trabajo en el espacio público, dando prioridad al trabajo de las empresas privadas.

En nuestro caso este tipo de tratados llegan a tener resultados catastróficos debido a la importante presencia de la agricultura en nuestra economía. Actividad que se ve minada cuando la tecnología reemplaza a la mano de trabajo humano, y las grandes industrias transnacionales e adueñan de las tierras y de los cultivos, como ha ocurrido en Colombia o México, donde la llegada de los Monocultivos de Monsanto a destruido casi por completo a la clase agricultora.

Sin dudas para los ciudadanos existe una inconformidad con la condición económica del ecuador, esto porque día con día se vuelve más difícil conseguir un trabajo estable, además de que los precios de las cosas aumentan sin control. Para Rosita esto no se da en gran medida por la corrupción de nuestros gobernantes porque para que ellos puedan seguir con sus sueldos millonarios, además de los negociados que hacen a nuestras espaldas, sacrifican las condiciones de vida de los trabajadores y condenan al país completo a buscar la manera de sobrevivir con lo que se pueda.